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Los
instrumentos de lengüeta doble tienen una larga tradición musical. Y de ellos
el oboe en el siglo XVII se convirtió en uno de los instrumentos preferidos por
compositores e intérpretes. El sonido de estos instrumentos de lengüeta doble
es inconfundible porque tiene un timbre de carácter nasal, y el oboe es el más
agudo de los instrumentos de estas características. Para emitir su sonido
requiere que el instrumentista dirija la columna de aire entre las dos
lengüetas unidas, para que así provoquen la vibración de la columna de aire.
El
registro agudo del oboe no es tan alto como el de la flauta, quedándose más o
menos una quinta por debajo de aquella.
También
dispone, como en todos los instrumentos modernos de viento-madera, de un
mecanismo de llaves que permite tapar y destapar los agujeros deseados con gran
facilidad.
Como
instrumento muy apreciado desde el Barroco, el oboe ha sido un instrumento de
frecuente empleo en música de cámara y como instrumento solista acompañado de
orquesta. Pero además ha sido un integrante habitual, junto a su pariente el
fagot, de las primeras orquestas formadas en el siglo XVII, permaneciendo
actualmente en las modernas orquestas como un instrumento básico dentro de la
sección de viento-madera.