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El violín es el instrumento preferido entre los
instrumentos de cuerda frotada, el más “mimado” durante la historia, tanto por
los compositores como por los constructores de instrumentos. Hoy en día forma
parte de la orquesta sinfónica, siendo el grupo de instrumentos más numeroso
dentro de ella, y en la mayoría de las composiciones tiene asignado el mayor
protagonismo melódico. También como instrumento solista ha sido, desde su
aparición, uno de los preferidos por los compositores, siendo así acompañado
por alguna orquesta o instrumento de teclado en numerosas obras.
La forma de tocarlo es apoyado sobre el hombro izquierdo,
haciendo frotar las cuerdas con el arco sujeto por la mano derecha, mientras
que los dedos de la mano izquierda pisan en las cuerdas en diferentes lugares
del diapasón, y con ello se obtienen los diferentes sonidos.
Sus cuatro cuerdas están afinadas así, de la más
grave a la más aguda:
Desde
su nota más grave (el SOL) puede alcanzar fácilmente una extensión de tres
octavas y media.