Se denomina simplemente monodia a aquella textura
consistente en una solitaria melodía que se interpreta sin ningún tipo de
acompañamiento, ni vocal ni instrumental, aunque en algunas interpretaciones se
utilizan tanto voces como instrumentos al unísono (o sea, cantando y tocando la
misma melodía). La monodia es la forma más primitiva de música, puesto que la
conjunción de varias melodías sonando simultáneamente se considera una
evolución posterior.
Si tuviéramos que representar este tipo de música
mediante un simple dibujo, podríamos hacerlo mediante una línea quebrada, cuyas
subidas y bajadas representarían los puntos altos y bajos de la melodía, y cuya
longitud nos dan idea del sentido horizontal de este tipo de música.
Aunque no abundan las fuentes que lo confirmen, las
hipótesis indican que el origen remoto de nuestra tradición musical, que se
encuentra en la música greco-romana, debió ser el de una música monódica. Con
mucha más certeza se sabe que en la Edad Media el canto llano eclesiástico, tal
como el canto gregoriano, era también música monódica. Casi todas las músicas
monódicas son música vocal, ya que igualmente las manifestaciones más
primitivas de la música son de carácter vocal, siendo el interés por la música
instrumental una evolución también posterior.
Además del canto llano (llamado también gregoriano), de
origen religioso, existe un repertorio medieval profano de música monódica, al
cual pertenecen distintas manifestaciones según los países: canto de trovadores
y troveros en Francia, minnesinger en Alemania, y cantigas en España.
El canto gregoriano medieval es el más abundantemente
conservado en manuscritos. Esta música suele ser de un ritmo no demasiado
estricto, con cierta libertad que normalmente se asociaba a la expresividad
religiosa del texto cantado. En muchos ejemplos de esta clase de música abundan
los melismas (largas series de notas sobre una misma sílaba), lo que también
contribuye a aumentar la expresividad del canto.
“VICTIMAE PASCHALI
LAUDES”