Homofonía es aquella textura musical en la cual todas las
voces se mueven más o menos a la vez, esto es, conservando un mismo ritmo, si
bien a menudo el interés melódico suele estar en la voz superior. La sensación que
produce esta música es la de una sucesión de acordes, o sea, una estructura
musical vertical, a diferencia de la polifonía, donde predomina una estructura
musical horizontal formada por el movimiento de las voces, que son
independiente unas de otras.
Puede representarse la textura homofónica mediante una
serie de bloques verticales, que simbolizan los acordes que se suceden en el
tiempo, en cuyo interior la composición de los mismos puede variar como es
lógico:
La homofonía ha sido desde siempre muy utilizada en la
música coral de todos los tiempos, pues suponía un contraste grande con la otra
gran textura, la polifónica o contrapuntística. Incluso no faltan ejemplos en
los que ambas texturas se alternan en una misma obra.
En la música instrumental la homofonía era muy empleada
también en la música antigua (medieval y renacentista), siendo después menos
utilizada, salvo en determinados pasajes de obras más extensas. En ciertos
géneros musicales, como por ejemplo en los himnos, ha sido ésta una textura muy
característica, incluso en composiciones de actualidad, si bien aunque en
muchas ocasiones se interpreten instrumentalmente, la mayoría de los himnos no
pierden su carácter vocal, por la función simbólica que estos tienen.
En la música popular tampoco faltan ejemplos
de homofonía, aunque no sea la textura más abundante.
El inicio del “Ave verum corpus” de Mozart es
un buen ejemplo de textura homofónica. Observar como las cuatro voces del coro
se mueven como si fueran bloques sonoros, si bien la voz de soprano tiene mayor
movimiento rítmico, pues es la que presenta el mayor interés melódico.
“AVE VERUM
CORPUS”