La forma ternaria, como su propio nombre indica, es
aquella que consta de tres secciones diferenciadas. De esta forma, de gran
tradición en la historia de la música, podemos encontrar dos versiones. La
primera de ellas es aquella forma ternaria en la que cada una de las secciones
consta de un único tema diferente al de las restantes secciones, es decir, un tema
que sólo aparece en su propia sección. La repetición en esta estructura formal
se realiza dentro de cada sección, esto es, cada tema es repetido al menos una
vez (a veces hasta cuatro) dentro de su propia sección.
En la llamada música clásica este modelo de forma
ternaria sin repetición es poco usual. Sin embargo sí lo es en cierta música de
carácter más popular, y muy especialmente en música para banda, donde cada uno
de los temas es agotado en varias repeticiones antes de pasar a uno nuevo. No
obstante, es habitual que las repeticiones no sean siempre exactas, sino que
haya alguna variación, frecuentemente variando la instrumentación del tema, que
es así expuesto y acompañado por diferentes instrumentos.
Obsérvese en el siguiente ejemplo, una marcha de John
Philip Sousa, la presencia de tres temas, que como es habitual los denominamos
con letras diferentes: A, B y C. Puede notarse cómo cada uno de ellos es
repetido de manera inmediata hasta pasar a otro diferente (el último tema se
interpreta hasta tres veces). Sin embargo, los temas B y C no se repiten
siempre igual, sino que varía la instrumentación en cada una de sus
presentaciones, para dar así mayor variedad a la música y que no resulte
excesivamente repetitiva. Además, es también interesante observar cómo existen
algunos pasajes de transición (concretamente antes de la segunda y tercera
presentación del tema C) que sirven de enlace entre diferentes partes, pero que
no se consideran temas musicales propiamente.
TEMA A: |
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TEMA B: |
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TEMA C: |
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FORMA
COMPLETA A – A – B
– B – C – C – C: |