El desarrollo en la música es un concepto ligado
estrechamente a la concepción de la música como un organismo vivo. Esta
concepción musical fue llevada a la práctica principalmente en el siglo XVIII,
aunque sería en el XIX cuando más se plasmarían estas ideas en los libros y
tratados musicales.
Por tanto, hablar de un organismo vivo implica hacer
referencia a las funciones biológicas que lo definen: nacer, crecer,
desarrollarse, reproducirse, morir. Y en el caso de la música, es la función de
desarrollarse la que más la vincula con un organismo vivo. Es por ello que en
música se puede llegar a decir que una determinada idea (o tema) musical crece
y se desarrolla generando otras ideas o pasajes musicales, como si se tratara
de células que se reproducen y multiplican para formar otros cuerpos o seres.
Así, a partir de unas células musicales, la música crece, se desarrolla, se
multiplica y germina toda ella, alargándose el discurso musical, pero siempre
con referencia y con el recuerdo de esas células iniciales desde las que ha ido
creciendo.
Esta forma de entender la música, y por tanto también la
técnica del desarrollo como procedimiento de composición, es una idea vinculada
estrechamente a la forma sonata, nacida así en el siglo XVIII. La forma sonata
es una forma musical concebida de manera ternaria, y por tanto con tres
secciones bien diferenciadas. La segunda sección (central) en este esquema es
precisamente la que recibe el nombre de “desarrollo”, porque en ella es la
técnica del desarrollo musical su propia esencia.
Estas serían las tres secciones de una forma sonata:
EXPOSICIÓN – DESARROLLO –
REEXPOSICIÓN
La exposicón y la reexposición son secciones similares,
pues de hecho la reexposición significa volver a aparecer (o sea, reexponer) el
mismo material musical que ya había aparecido en la exposición, aunque con
algunas modificaciones.
Dentro de lo que es la sección “exposición” (y también la
reexposición) de una sonata, podemos distinguir varias partes. En primer lugar
aparece un primer tema, llamado generalmente “tema A”, como por ejemplo el
siguiente:
Tras este primer tema, tiene que aparecer un segundo
tema, llamado “tema B”; pero entre ambos existe un pasaje intermedio de transición
que se denomina precisamente “puente” (porque sirve para pasar del tema A al
tema B). Podrían ser como éstos:
Tras el tema B, que suele ser notablemente más largo que
el A, viene una “coda”, a modo de conclusión de toda esta sección de
exposición:
De esta manera, juntando todas estas partes, la sección
de exposición de una sonata estaría formada por todos estos elementos:
Además, debe tenerse en cuenta que lo normal es repetir
completamente toda la sección de exposición antes de pasar a la siguiente, que
es la sección de desarrollo. Es aquí (la sección de desarrollo) donde se hace
un uso del desarrollo como procedimiento compositivo. Y es que a partir de las
ideas musicales que han aparecido en la exposición, tanto en los temas A y B
como en el puente y en la coda, se generan otras ideas musicales nuevas. No hay
por tanto un modelo fijo para esta sección de desarrollo; cada compositor puede
hacer uso de los elementos musicales según quiera, utilizando unos u otros, y
sometiéndolos a distintas formas de transformación para generar nueva música a
partir de esos elementos.
Por ejemplo, en nuestro ejemplo (perteneciente a una
sonata para piano de Mozart) la sección de desarrollo está generada a partir de
lo que acaba de oírse en la sección anterior, o sea, a partir de la coda con la
que concluye la exposición:
Tras la sección de desarrollo vendría la reexposición, que
es una como una vuelta de nuevo a repetir la exposición pero con algunas
variaciones. Por otra parte, es habitual que haya una repetición completa de la
sección de desarrollo más la sección siguiente (la reexposición). Tras esa
repetición completa finalizaría esta forma sonata, una de las formas musicales
más importantes en la historia de la música desde el siglo XVIII.