El estilo de canto recitativo surgió en Florencia a
finales del siglo XVI y principios del XVII, por parte de compositores que
formaban lo que se llamaba la Camerata
Fiorentina. Lo que estos compositores pretendían era crear una especie de
canto a medio camino entre cantar y recitar, pues pensaban que así era la mejor
manera de expresar con mayor realismo los sentimientos del texto que se estaba
cantando, en lugar de hacerlo simplemente cantando a la manera tradicional. Esta
manera de cantar se acompañaba generalmente de una instrumentación mínima,
llamada bajo continuo, que surge
también como algo nuevo en esta época, y que se desarrolla a lo largo del siglo
XVII.
Es ésta la época conocida como Barroco, y por tanto el recitativo
se utilizaría en las formas musicales propias de este periodo. En primer lugar
se empleaba ya en las primeras óperas barrocas, y luego pasó también a
utilizarse en las formas musicales religiosas: la cantata, el oratorio y la
pasión. En todas estas formas el papel del recitativo era sobre todo el de
narrar de manera ágil el argumento que se tratara en la ópera, el oratorio o la
pasión, mientras que otros estilos musicales más melódicos o polifónicos
alternaban con el recitativo en estas obras.
Se llegaron a utilizar distintos tipos de recitativos
(recitativo secco, recitativo
acompañado, arioso…), que dependían de la instrumentación que lo acompañase,
así como según fuera más o menos melodiosa la manera de interpretar el
recitativo.
Si bien es cierto que el nacimiento del recitativo
coincide con el comienzo del Barroco, y por tanto se utilizó profusamente a lo
largo de todo el siglo XVII, la realidad es que este estilo de semicanto estuvo
presente en los siglos XVIII y buena parte del XIX, fundamentalmente en la
ópera italiana y en la música religiosa.